BUSQUEDA GENERAL

Búsqueda personalizada

UNA POSTAL PARA LA VISTA

UNA POSTAL PARA LA VISTA
RINCONES POR DESCUBRIR

domingo, 8 de febrero de 2009

BAJO EL MISMO COMPÁS

Ana Esther González González

La Laguna 01 Febrero de 2007

BAJO EL MISMO COMPÁS


Que no te asusten las cicatrices de la piel, unos muestran por fuera los que otros llevamos por dentro.
También el dolor y los errores nos hacen crecer. Pensar por uno, por dos, por tres, dar, compartir, perder, ganar, olvidar, recordar, buscar, encontrar, ver, mirar, hablar, escuchar, arriesgar, madurar: tantas cosas hay que nos hacen crecer, tantas que muchas veces no las vemos venir y pasar. Y pasan, sin más pena ni gloria, pasan y no conseguimos crecer.
No te pares a ver, párate a mirar, no te pares a oír, párate y ponte a escuchar, no te pares a hablar, párate a dialogar. Mira, escucha y dialoga.
Aquí estoy, sentada en una cafetería llena de gente, cada cual con mil historias que decir y que contar. Y resulta que nadie se escucha, nadie se percata de nadie. Las historias se mezclan con la música que suena en el local.
De cuando en cuando, algunos se paran a escuchar la canción que suena y entonces se produce la chispa, en ese momento, dos, tres, cuatro personas o quizás más coinciden en algo. En ese instante, sólo en ese instante, por cuestión de segundos, a esas personas les une lo mismo, casi el mismo impulso, el mismo sentimiento.
La magia de que a más de dos completos desconocidos les mueva lo mismo.
Pasado los minutos todos vuelven a su historia, pero ahora ambos relatos están unidos por los mismos compases, los mismos sonidos.
Se sientan, se levantan, se mezclan y siguen sin saber uno del otro; son los mismos desconocidos, sin percatarse que ahora se conocen un poco mas, y sin saberlo. Quizás no se vuelvan a cruzar en el resto de sus vidas.
Pero en ese instante todos formaron parte del resto de ellos. ¡Que curioso! Quizás tu estuvieras ahí, quizás estuviera yo, quizás algún día nos vuelva a unir los tonos de alguna canción bajo el humo denso y el aroma a café, chocolate y licor; quizás hasta en el mismo lugar con otros humos, otras gentes, otros sonidos.
Posiblemente aún no sepa que estás, ni tu sepas que yo existo, pero ahí estás, estoy y están. Miras y todos son rostros sin nombres, sombras sin personalidad, sin sentido ni edad.
Seres con problemas propios, tonterías para los demás, banalidades para unos, proezas y luchas para otros.
Quince o veinte entes compartiendo compañía o quizás la soledad. Hablando con dureza, con tristeza, con alegría, o sólo hablando por hablar.
Gentes que no supieron, que en cuestión de dos minutos formaron parte de la vida de los demás al sentir en esos instantes las mismas sensaciones juntos, a todos nos unió las mismas notas.
Y ante tantas personas, tantas almas, tantos corazones, lo realmente milagroso es que muchas de ellas están solas. Y cuando nos encontramos solos, realmente solos frente a nosotros mismos, lo único que puede salvarnos es la esperanza.
La esperanza y la creencia en nosotros, la fe en lo que somos y en lo que podemos dar y aportar a los demás y al mundo, sí, al mundo, porque aunque seamos, o nos sintamos una gota de agua en un inmenso océano, formamos parte de él, compartimos su sal, su calma, su furia, su belleza, somos esa lágrima que queda en la roca, esa que atrapa la piel del que en él se baña.
Somos una molécula en un mar de gentes, en una ola de multitudes, en océanos con bonanza, en espuma cándida rompiendo en los arrecifes, somos la esencia del agua, la tierra del pescador.
Somos la orilla del río, la cascada del monte, el arroyo donde pescar, somos la naturaleza de las nubes, el presente de la nieve, el futuro del glaciar y el pasado del vapor.
Hoy aquí, bajo el mismo techo, bajo el cielo de este bar, sentimos al compás los sonidos de iguales melodías, nos dejamos columpiar, como lo hacen todas las olas bajo el hechizo de la misma luna.
Entonces descubriremos que no estamos solos, que estas paredes guardan historias en silencio, pero historias del mismo mundo en el que te resguardas, parecidas o iguales a las tuyas, quizás en algunas estás tú sin saberlo, porque en sí, en esencia eres parte de mucha gente, de más gente de la puedas pensar.
Eres el pasado de unas, el presente de más de las que adivinas y el futuro de quien aunque ahora solo te mira, algún día romperá su ola y la naturaleza hará que no haya otra playa sino en la que está tu orilla.
Entonces su mar será tu mar, su espuma tu espuma, su sal será tu sal, su arrecife tu coral, serán lo que siempre han sido y que les faltaba encontrar, estaban en la misma playa, en el mismo mundo y bajo el mismo compás.
Les separaba la arena, esa, que hoy les ha vuelto a juntar.

UN LIBRO: TODOS LOS SENTIDOS

Una recopilación de hermosos poemas, que han sido labrados con el pasar de los año y con la sabiduria que dan las experiencia de uno mismo y de los demás.

Un lugar donde descubrir sentimientos bañados de risas, lágrimas, sueños y esperanzas.

"TODOS LOS SENTIDOS"

"TODOS LOS SENTIDOS"
Ana Esther Glez Glez
Powered By Blogger

UNA LUZ EN LA HISTORIA

UNA LUZ EN LA HISTORIA
VIAJE A GRECIA

LLENA TU VIDA DE GENTE CON ILUSIONES.

En el arduo y largo recorrido de la vida. No dejes que la vida escriba el guión de tus dias. Escribe tu todas las lineas de la que será la historia de tus años. Llena tu vida de seres que aporten optimismo e ilusiones.
El día que dejes de tener ilusiones dejarás de vivir. Cuando se trata de amigos, nunca son bastantes.

EL ALMA QUE BUSCA SU GEMELA

EL ALMA QUE BUSCA SU GEMELA
EN ALGUN LUGAR ESTA TU ANGEL

VIAJE A ANDALUCIA

VIAJE A ANDALUCIA
MAYO 2007

PARA ESTAR EL DIA

PASEANDO POR JAEN

PASEANDO POR JAEN
JAEN.MAYO 2007

JAEN,PRIEGO DE CORDOBA.2007

JAEN, PRIEGO DE CORDOBA.2007

BAJADA A GRANADA POR JODAR

GRANADA

GRANADA
MONUMENTOS

GRANDES FRASES DE LA HISTORIA

  • 1. Gran libro es la vejez. ¡Lástima que el hombre tenga que morirse cuando comienza a leerlo con provecho!: DE: JOSÉ MARÍA DE PEREDA
  • 2. Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.: DE JOAN MANUEL SERRAT
  • 3. La mejor forma de ahuyentar tus tristezas es consolando las ajenas.: DE CARLOS QUIROGA
  • 4. Los niños adivinan que personas los aman. Es un don natural que con el tiempo se pierde.: DE CHARLES PAUL DE KOCK
  • 5. La lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren.: DE FRANCIS DE CROISSET
  • 6. El que quiere de esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos.: DE FRANCISCO DE QUEVEDO Y VILLEGAS

BUSCANDO LA VIDA ENTRE RAÍLES


BUSCANDO LA VIDA ENTRE RAÍLES

Yolanda terminaba el curso en quince días y, en ese tiempo, tendría que darle rumbo a su vida. Lo que no sabía era que tan pequeña decisión cambiaría el resto de su vida.
¿Como haría para conseguir trabajo en tan poco espacio de tiempo? ¿En qué podría emplearse alguien con tan sólo 18 años y con un pequeño título de administrativa bajo el brazo? Como otra tantas veces, la vida se le presentaba igual de dura y real, más real incluso de lo que pudiera imaginar.
Fue de camino a su actual residencia de estudiante, cuando dejó de pensar y se dejó llevar por sus ya conocidos impulsos optimistas. De esa forma, y dejándose acompañar por un cortado y el humo de un nuevo cigarro, se dispuso a devorar todas las tintadas páginas de uno de los periódicos de la zona.
Pero el optimismo que le era característico se desplomaba por segundos, a cada página, a cada anuncio, a cada reclamo de trabajo. Supo entonces que la vida real era un verdadero laberinto para el que no le habían preparado en ningún lado, pero eso no la detendría: era cuestión de supervivencia, era cuestión de comer.
Rendida ante tal avalancha de escuetos anunciantes, con los pies cansados e hinchados de tanto caminar buscando no sabía bien qué, retomó el resto del camino al colegio donde se quedaba. Fue el sofocante día de verano lo que la hizo mirar tras suyo y fijar la vista en la estación del tranvía. Con una extraña congoja en el corazón y con algo de esperanza en el bolsillo, miró en este buscando restos de la calderilla que le diera el camarero minutos antes. ¡Sí!, se dijo, tenía justo para regresar sentada a casa, si se podía llamar a aquello casa. Bueno, pensaba, es lo más parecido a un hogar ahora mismo.
Gracias a Dios no le fue difícil encontrar donde sentarse y dejar descansar sus hinchados tobillos y sus pensamientos. Alguien se había dejado el ejemplar de otro diario en la rejilla trasera del asiento que le precedía, y casi por inercia se dispuso a leerlo, bueno, más que leer fijaba la vista en los simples títulos de cada artículo. No quería complicar su mente con conceptos trascendentales, no estaba para leer las historias complicadas. Casi como por instinto, pasaba las páginas como un niño chico busca los dibujos, sólo que sus manos intentaban llegar a las que ofrecían trabajo a tantos desesperados.
Nunca imaginaría que un viaje en tranvía cambiaría su vida, nada más y nada menos que los 22 años siguientes de su vida, y con ello todo lo que una vez de niña imaginó inocentemente que podría lograr, todo lo que ni ella sabían aún que necesitaría.
Tres pequeñas líneas casi imperceptibles en la penúltima página fueron suficientes para su desesperada vista. Fue allí cuando sus pequeños párpados caídos se abrieron, iluminando su rostro y acelerando su joven corazón.
“Se busca vendedora de muebles con dos años de experiencia en el ramo. Interesados llamar al teléfono indicado de 9 a 1 y de 4 a 8.”
El fuerte palpitar le hizo ponerse en pie mucho antes de llegar a su parada; ella era así de impulsiva y visceral. Capaz de ver el cielo en una gota de agua, pero de igual formar se podía ahogar en otra igual.
Lista para lo que pudiera pasar, bajó en la parada contigua al colegio y volvió a palparse los bolsillos buscando vida, nunca mejor dicho, su vida.
Dos monedas le fue suficiente para labrar su futuro. Marcó el numero y una voz varonil le preguntó por su experiencia y ella, sin dudarlo, dijo que tenia 3 años trabajados en el ramo requerido.
Sabía que se la estaba jugando: los únicos muebles que había visto en su vida eran las viejas reliquias que decoraban la casa de sus padres. Pero el que no arriesga no tiene, se decía. Y así fue, consiguió una entrevista para el día siguiente en la capital.
No importaba entonces sus pies dolorosos, ni su ruidoso y hambriento estómago. No, ya no importaba, porque volvía a estar viva, volvía a tener esperanza y sueños, volvía a creer en todo y sobre todo en ella misma.

ANA ESTHER G.G. LEE GRATIS ONLINE:
http://www.bookandyou.com/index.php?lang=es_ES&gclid=CI7kxcPtqZkCFYh_3godTWYPog



HORIZONTE

HORIZONTE
EL SENTIDO DE TODO LO QUE ERES, ES EL HORIZONTE DE LO QUE SUEÑAS